Con suma delicadeza agarraste una gillette e abriste un tajo en mi pecho perfecto, exacto. Metiste tus manos en mi ser y arrancaste mi corazón con mucho cuidado. Lo acariciaste, lo cuidaste y lo transformaste en un aparato dependiente de vos, de tus dedos cuidadosos, de tu boca y sus movimientos precisos, inequívocos. Pero un día algo pasó. Vino ella y ya nada fue lo mismo. Tiraste mi corazón, lo pateaste y le escupiste lo más negro de tu ser. Después te reíste de mi patética situación, y te fuiste, y acá estoy.
28 de noviembre de 2010, 19:41hs.
Odio la metáfora quemada del corazón, la odio, pero no pude evitar usarla. Y este texto me gusta, pero lo siento ajeno a mí, no me suena a algo que escribiría yo. Pero explica exactamente lo que me pasa.
1 comentario:
Ella(laotra) no debe tener ni corazón. Vos sí, no importa lo que le hagan.
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