Desde la primera vez que supe de la existencia de la vuelta en séptimo, fue lo que más esperaba de mi último año en el Illia. Un montón de barro y gente saltando es la perfecta combinación para festejar que nos vamos después de seis años de reírnos, llorar y aprender. Y después de esos seis años, llegó el día: un nylon con detergente, agua y una pequeña montaña de barro al final, un inflable con un tobogán que cae en una pileta de barro, bombuchas, música y las personas con las que compartí mi paso por el Illia.
Fue mejor de lo que esperaba. Desde joder en la puerta, dar una vuelta de manzana haciendo quilombo hasta el paraíso de barro y agua, todo fue perfecto.
Fue la mejor manera de irnos.
Fue LA vuelta, nuestra vuelta.
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