Y entonces resulta que no quiero fiesta ni vestido ni nada, no me importa nada desde el día en que no te importo yo, aunque me digas que no es así. Y por un momento creo que me siento Alejandra, sabés? Y estoy acá, es de noche, veo el mar desde este balcón y siento que es tan hermoso mezclado con la noche y las luces de la ciudad, y sólo me gustaría poder estar con vos ahora, acá, solos en medio de esta locura hermosa, y quedarnos juntos y en silencio hasta que la otra locura, la que está detrás del vidrio que separa lo que está adentro de lo que está afuera, nos llame, y entonces entramos y están la esposa colombiana, la novia odontóloga, la abuela española y el resto del conjunto que considero mi familia. Y ahí nos quedaríamos hasta que la gente chapuza deje de tocar el guitarrón, y vos a tu casa y yo a la mía, o who knows, tal vez los dos a la mía. La paranoia sin sentido haría que duermas abajo, en el sillón, pero no me importaría porque, de última, la distancia del sillón a mi cama es menor que la de tu casa a la mía, y menor que quién sabe dónde carajo (y con quién) a mi casa. Y lo peor es que ni siquiera puedo hablar de esto con nadie porque me cansé de que me digan que así estoy mejor, que no me merecés, que ya va a venir alguien mejor, porque no me importa cómo estoy ni qué te merecés ni qué va a venir, yo quiero estar con vos.
13 de novimebre de 2010.
1 comentario:
Excelente momo
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