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abril 29, 2010

Hoy entré a la escuela a la tarde después de gimnasia y había un olor conocido. El pasillo estaba inundado por un olor al Rosario, en realidad al quiosquito de Juan. Casi me muero, se me vinieron miles de recuerdos de ese colegio. Me dediqué a drogarme con ese olor durante todo mi camino por el pasillo, a inspirar como si el sólo hecho de hacerlo me transportara a Jara entre Alberti y Rawson, hace más o menos siete años atrás. Hasta que fui a hablar con Anto, me distraje y adiós olor.
Fue muy loco. El olor al quisquito de Juan era muy extraño, me acuerdo que cuando era chica me resultaba bastante desagradable. Pero ahora no, haría lo que sea por olerlo una vez más, por ir en el segundo recreo a ese sucucho oscuro e insalubre, a ver a un tipo medio tuerto con un ojo de cada color, a comprar cualquier cosa.

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