La desnudez era un inconveniente inevitable en la vida en manada al que no le concedimos importancia alguna hasta que se produjo la incorporación de Leah, momento a partir del cual resultó un tanto bochornoso. La chica tenía un control aceptable de sus nervios, pero, cuando los perdía, tardaba el tiempo habitual en estallar y romper la ropa para salir de fase. Todos nosotros había tenido algún atisbo de su anatomía; y, claro, la cuestión no era si verla merecía o no la pena, que la merecía, sino si la merecía lo suficiente cuando Leah te encontraba pensando en ella después.
Suerte que tengo un estómago de hierro {Jacob♥}
Amanecer, Stephenie Meyer ~
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